sábado, 30 de mayo de 2020

10 preguntas que debes hacerte antes de ascender a un empleado

Ya lo tienes en la mira. ¿Cómo puedes estar seguro de que dará el ancho en el nuevo puesto?

10 preguntas que debes hacerte antes de ascender a un empleado

Por:Entrepreneur STAFF
Ya lo tienes en la mira. ¿Cómo puedes estar seguro de que dará el ancho en el nuevo puesto? Antes de otorgarle una mayor responsabilidad, hazte estos cuestionamientos. Entonces sabrás si es la persona indicada.

1. ¿Cómo se lleva con el resto del equipo?

Estudia el rol que desempeña en el equipo. ¿Los demás lo siguen? ¿Le piden su opinión? ¿Es amigable y extrovertido o huraño y retraído? Asegúrate de que tenga una relación positiva con los demás trabajadores, así como con los jefes y clientes.

2. ¿Es confiable?

Sabes que, si le compartes información delicada, no irá por ahí contándolo a medio mundo. Evita a las personas que se encargan de propagar rumores por el pasillo, y prefiere a las personas discretas y que saben guardar secretos.

3. ¿Es transparente?

¿Dice cuando no está de acuerdo con algo? ¿Sabes que, si te dice algo, realmente lo siente? Si sientes que tiene un doble discurso o que no es completamente sincero, quizá quieras pensarlo dos veces antes de ofrecerle un puesto estratégico.

4. ¿Sabe decir las cosas?

Ser prudente es una cualidad básica que debe tener un líder. En un puesto importante, saber comunicar las cosas es una gran responsabilidad. Decir las palabras adecuadas en el momento preciso puede hacer toda la diferencia del mundo.  

5. ¿Cómo reacciona ante una crisis?

Tiene una cita importante, un cliente lo bombardea con correos urgentes y, para acabar, hay un error grave en un documento que debe ser corregido de inmediato. ¿Cómo afronta esta situación estresante? ¿Mantiene la calma y resuelve los problemas o se transforma en un manojo de nervios?

6. ¿Es propositivo?

Más allá de ejecutar bien sus tareas, trabajar con rapidez y ser extremadamente puntual, ¿busca nuevos caminos para resolver las cosas? ¿Tiene ideas innovadoras? ¿Tiene una curiosidad insaciable o se conforma con recibir órdenes?

7. ¿Es “todólogo”?

¿Domina su campo, pero a la vez, se preocupa por conocer de otras áreas? O por el contrario, ¿sabe hacer una sola cosa –aunque la haga muy bien­–? Alguien que vaya a supervisar un área debe saber un poco de todo.

8. ¿Transmite calma?

Al platicar con esa persona, ¿te transmite calma o estrés? Una persona que se estresa fácilmente transmitirá nerviosismo al resto del área. Para dirigir es preciso aprender a manejar las emociones y transmitir seguridad al equipo, aunque no necesariamente se tenga la situación bajo control.

9. ¿Sabe trabajar en equipo?

¿Cómo se comporta con sus compañeros? ¿Sabe confiar en los demás o busca acaparar todas las funciones? Un buen líder debe saber delegar para llevar a cabo funciones más estratégicas

10. ¿Reconoce a los demás?

¿Suele reconocer los éxitos de los demás miembros del equipo? ¿Se siente orgulloso del trabajo de sus compañeros o, por el contrario, busca opacarlos a toda costa? Más que motivar, las personas que siempre quieren llevarse el crédito no hacen más que desalentar a los miembros de un equipo.
Fuente del Artículo:https://www.entrepreneur.com


Preocupación: ¿hasta cuando sirve preocuparnos?





Por:Autor: Lic. Diego M. Herrera, Psicólogo clínico (MN: 63.686), Universidad de Buenos Aires. Coordinador del Dto. de Neurociencias de E.I.C.C.


Si nos preocupamos excesivamente, la ansiedad se eleva y se generan pensamientos reiterativos que dejan de ser funcionales: ya no buscan una solución al problema, solo ocasionan malestar.
La preocupación es parte de nuestra vida, ya que sin ella no podríamos ocuparnos de resolver situaciones, problemas, planificar una solución para eventos futuros, o movilizarnos para realizar algo determinado. Por lo que la preocupación como proceso es altamente funcional si, luego de pensar sobre un mismo tema reiteradamente, realizamos hechos concretos para resolver uno o más problemas específicos. Es decir, la preocupación nos sirve ya que genera ansiedad funcional para aprontarnos a la resolución de un problema y así adaptarnos a nuestro medio de un modo más eficaz.
LA PREOCUPACIÓN ES PARTE DE NUESTRA VIDA, YA QUE SIN ELLA NO PODRÍAMOS OCUPARNOS DE RESOLVER SITUACIONES, PROBLEMAS, PLANIFICAR UNA SOLUCIÓN PARA EVENTOS FUTUROS
Pero, ¿qué sucede si nos preocupamos excesivamente y continuamos con esa actitud por períodos prolongados? Sucede que la ansiedad comienza a elevarse y percibimos un malestar, probablemente angustia, o alguna emoción displacentera asociada a los pensamientos reiterativos, que dejan de ser funcionales para comenzar a ser rumiativos: ya no buscan una solución, sino que son asociaciones sobre un mismo tema que generan ansiedad, pensamientos distorsionados y malestar emocional, sin funcionalidad alguna. Esta actividad de nuestro cerebro y nuestra mente deja de ser adaptativa para generarnos más problemas, emociones negativas y pensamientos catastróficos a futuro, por estar la ansiedad implicada.

La mente

En estos casos, donde este tipo de pensamiento disfuncional, rumiativo, hace uso de nosotros, “nos domina” y nos hace sentir que no podemos hacer nada, parece que solo quedara someternos a dejar correr los pensamientos y sentir emociones negativas.
STOP: Podemos detener este modo de operar de nuestra cognición, implicado en muchos trastornos, aunque no necesariamente debemos tener un trastorno para ser rumiativos o preocuparnos en exceso.
Podemos, para hacer un uso correcto de nuestra mente, en principio, comprender que los pensamientos son hechos mentales y no son la realidad, sino que son productos de nuestro procesamiento mental: un pensamiento catastrófico es solo eso, un pensamiento. A este hecho lo conocemos como descentramiento cognitivo. Aceptar y reconocer esto calma muchísimo y baja la ansiedad percibida por la preocupación.
LA ANSIEDAD COMIENZA A ELEVARSE Y PERCIBIMOS UN MALESTAR, PROBABLEMENTE ANGUSTIA, O ALGUNA EMOCIÓN DISPLACENTERA ASOCIADA A LOS PENSAMIENTOS REITERATIVOS
Entonces, ante la preocupación excesiva conviene:
  • Pasar a la acción resolviendo o modificando algo del entorno relacionado con la preocupación que nos acontece.
  • Percibir y comprender que los pensamientos son hechos mentales y no la realidad misma.
  • Evitar no sirve. Sin embargo, podemos reconocer los pensamientos reiterativos y distraernos con otra actividad; o bien, situarnos en el momento presente con distintas técnicas (la meditación, la Mindfulness) o simplemente distraernos con una actividad que nos genere satisfacción, hasta tanto podamos resolver con hechos el motivo específico que nos preocupa.
  • Aceptar las emociones y pensamientos sin pretender controlarlos, ya que este tipo de control hace que aumente la preocupación y por lo tanto la ansiedad.
Por sobre todo, lo más importante es hacer, pasar a la acción, y dejar de creer que pensando las situaciones se resuelven. Se necesita nuestra intervención en el medio ambiente para modificar variables y así resolver o cambiar el motivo de nuestra preocupación.
Fuente del Artículo:https://www.psyciencia.com