Un concepto muy importante de la
globalización es el liderazgo, que además es fundamental para el correcto
desarrollo de todos los ámbitos sociales.
En México el liderazgo es un
rasgo cultural fuertemente arraigado, forjado desde tiempos precolombinos, y es
precisamente esta tradición lo que hace tan difícil ser un líder mexicano,
debido a todos los rasgos que a lo largo del tiempo se han acumulado y que
nosotros percibimos como obligaciones mínimas para poder otorgar dicho estatus.
El liderazgo mexicano tiene
características muy bien definidas: autoritarismo, género, estatus y
privilegios. Cada una de ellas otorgadas por el grupo social al cual dirige,
sea laboral, familiar, etc. Y cada una de ellas derivadas de las acciones que
realiza, carecer de alguna de ellas inmediatamente rebaja al individuo de líder
a simplemente una persona con poder.
El autoritarismo es la primera
característica de un líder mexicano, no importa si lo hace de manera amable o
déspota, siempre se espera que el líder dicte las órdenes, mantenga el plan de
trabajo y sea básicamente la figura alrededor de la cual gira el círculo
social, un aspecto inconscientemente derivado del matriarcado sin duda aunque
aplicado al género masculino principalmente, es por ello que se espera que el
líder mantenga un estricto control sobre su círculo social, tomando las medidas
necesarias para hacerlo funcionar sin estimar su dureza, siempre y cuando el
círculo social continúe en la dirección marcada, llegando al extremo donde el
líder puede, literalmente, atentar contra los miembros del propio grupo siempre
y cuando se encuentre justificación a la acción.
El género también es muy
importante, y un rasgo que los grupos sociales deben evaluar muy detenidamente,
básicamente se define como la diferencia entre el liderazgo llevado por un
hombre y el liderazgo llevado por una mujer, lo cual es evidentemente
discriminatorio no en balde este país acuño el término macho, y es que cada
género debe cumplir con características muy distintas. El hombre básicamente
debe demostrar que es capaz de cualquier cosa (como por ejemplo estar casado,
tener una amante y encima darse tiempo para citas casuales), mientras que la
mujer básicamente tiene que ser una arpía severa, todo lo contrario a una
madre, ganando el respeto por el miedo y la autoridad que refleja, además de
mantener su sexualidad absolutamente en lo privado, pero siempre cuidando que
esa privacidad no derive en rumores maliciosos. Como ven, mientras el líder
masculino se preocupa por ser el icono mesiánico de su grupo, el líder femenino
debe de preocuparse de mantener dicho estado y además de ser lo suficientemente
fuerte para amedrentar a su grupo social.
El estatus se deriva de la
importancia mediática que el grupo social otorga al líder, para ello el líder
debe ser íntegro de acuerdo a la ideología de su grupo al cual dirige, a
diferencia de otros países donde el líder se convierte en la figura de
inspiraciones en la cual uno se desea convertir, en México el líder se
convierte en una figura icónica imposible de alcanzar, estando siempre un paso
más allá de su grupo social y es precisamente esta característica la que lo
hace perderlo, porque en el momento en el cual el líder se integra al grupo en
una condición de igualdad pierde esta característica, un ejemplo de esto lo
vemos en los líderes políticos donde incluso los líderes más demagogos se
mantienen apartados de la sociedad de la cual juran ser parte.
Los privilegios son derivados del
liderazgo, y aceptados culturalmente por la población incluso si estos
privilegios son excesivos o moralmente inaceptables, siempre y cuando el líder
se considere como tal, de no hacerlo entonces dichos privilegios los tendrá que
conservar por otras vías menos nobles. Estos privilegios son también la razón
tangible por la cual el liderazgo es un estado tan beatificado, dado que en
México son una obligación y no una recompensa.
Ahora bien, estas características
derivaron de la situación social y cultura de los diversos grupos que conforman
la sociedad mexicana, representan el punto de partida sobre la cual se debe
manejar una persona que pretenda el liderazgo.
Cabe destacar una última
observación, y es que el líder mexicano es experto en ocultar la intención de
sus acciones, haciendo que todos estos puntos no se perciban como tal, como
dicen, no es lo mismo decir “Beatriz mañana te presentas a trabajar temprano”
que “Betty, sé que es mucho pedir, pero por favor, mañana me ayudas desde
temprano, por favor”, en sí creo que esa es la mejor virtud del líder mexicano,
que nunca te sentirás agredido ante una de sus exigencias.
Fuente: vivir México