sábado, 20 de marzo de 2021

Ocho hábitos que te pueden llevar al fracaso

 


Existen numerosos factores que determinan el éxito o fracaso. Algunos no dependen de nosotros, ya que se encuentran en nuestro entorno, pero otros muchos sí podemos modificarlos. La suma de hábitos diarios insignificantes pueden conducirnos al fracaso sin darnos cuenta. Por ello es importante el autoconocimiento, observar nuestros actos y analizar nuestros hábitos y costumbres. Ser impuntual, tener pensamientos negativos, aplazar tareas o no revisar tu correo electrónico con la frecuencia que deberías, pueden ser señales de estar más cerca del fracaso de lo que piensas.

El diccionario de la RAE define el fracaso como resultado adverso de una empresa o negocio. Para evitarlo, es necesario renunciar a los hábitos diarios que nos conducen al infortunio.

Las realidades que preceden al fracaso de un negocio o aventura emprendedora son, entre otros:

La desmotivación
Es un factor clave para ser productivo y la feliz. Nos podemos desmotivar por no tener claro nuestro objetivo o establecer metas demasiado exigentes o a muy largo plazo.

No tener claras las ideas
Lo prioritario es establecer nuestras prioridades y diseñar un plan o estrategia para alcanzar nuestras metas. Si no tenemos claras nuestras metas, podemos llevar a cabo acciones contradictorias y perjudiciales para nuestro negocio.

No admitir ningún error
Seamos sinceros: todos nos equivocamos. Aprender de los errores propios y ajenos es fundamental para mejorar día a día.

Falta de autonomía
La falta de autonomía puede llevarnos a no tomar las decisiones que debemos. Conserva siempre tu capacidad de decisión y negociación y ponla en marcha si los planes no salen como esperabas.

1.Ser negativo
Las emociones, ya sean positivas o negativas, terminan contagiándose. Si eres negativo tus empleados o compañeros de trabajo terminaran por darte de lado. ¡Pensar en positivo te hará actuar en positivo!

2.Llegar tarde
La impuntualidad es un síntoma de falta de interés y de compromiso. Intenta llegar unos minutos antes para demostrar que te importa lo que haces.

3.Aplazar tareas
Ya lo dice el refrán “No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”. Evita postergar tus tareas teniendo una planificación realista. Si nos distraemos y no realizamos las tareas a diario, no alcanzaremos los objetivos y esto nos llevará al fracaso.

4.No actuar sobre sus preocupaciones
Si estás preocupado por algo, actúa sobre ello rápidamente. Evita acumular numerosas preocupaciones en tu cabeza, de esta manera reducirás el estrés y la ansiedad.

5.No escuchar el consejo de las personas que te rodean
Escuchar las opiniones de tu círculo social más próximo puede mejorar tu crecimiento personal y profesional .

6.Mentir
Cualquier mentira puede poner en peligro la confianza y el respeto que los demás tienen en nosotros.

7.No innovar
Que algo funcione no quiere decir que no necesite mejoras. Aplicar la teoría de la mejora continua (Lean manufacturing) a nuestra vida diaria puede evitar que fracasemos.

8.No revisar tu correo electrónico
No atender periodicamente tu correo electrónico puede hacerte perder oportunidades importantes, como reuniones o entrevistas, para mejorar tu situación laboral.

Fuente del Artículo:forbes.es


Cómo comportarse con frialdad si te ves envuelto en una discusión

 




José María Acosta nos aconseja en su libro Cómo tratar con personas conflictivas (Profit Ed.) la mejor forma de proceder.


Es difícil en esta circunstancia comportarse con la frialdad y el control que interesan. Pero, en todo caso, Acosta recomienda:

No combatas las palabras del otro.

No te interesa. Eso supone llevar al otro a no escucharte y a combatir las tuyas.

No rechaces, replantea.

Es más inteligente no crear antagonismo y limitarte a plantear tus ideas sin rechazar las otras, aunque no las quieras aceptar.

Parafrasea y reformula.

Reformular las ideas del otro, aceptando sólo lo que compartes, no implica aceptación, pero tampoco rechazo. Es menos agresivo.

No digas “sí, pero…”.

¿Recuerdas tu bachillerato? “Pero, conjunción adversativa”. Te convierte en adversario del otro: le das la razón (“Sí”) para quitársela de inmediato (“pero…”). No es el mejor comienzo posible. Resulta preferible olvidarse del pero y sustituir la adversativa por una iliativa: “Además, yo añadiría que…” la cuestión no es propiciar el enfrentamiento de argumentos. Eso no supone, naturalmente, tener que aceptar los suyos.

Fuente del Artículo:www.emprendedores.es