Un líder no deja de serlo cuando las personas ya no le siguen, si no cuando no se comporta como tal. Hay altos cargos que tienen a trabajadores que continúan haciendo lo que dicen por miedo o por costumbre, pero eso no es realmente un líder. Para ser un buen líder se necesita tener una serie de aptitudes para que las personas te identifiquen y te vean como un referente, como un ejemplo a seguir
19 mayo 2014
RAQUEL MARTIN
Claro que los líderes pueden cometer errores, ya que son personas. Pero cuando esos fallos se convierten en costumbre, es hora de empezar a valorar si realmente es un buen líder.
Hay muchas personas que no tienen alma de líder y desarrollan esa habilidad a lo largo de su vida. En cambio hay otras que nacen con el espíritu de liderazgo y que poco a poco lo van perdiendo. Uno de los casos más repetidos de buenos líderes que dejan de serlo es porque el poder les ha corrompido y dejan de pensar en las personas que les han puesto en ese lugar.
Los buenos líderes que comienzan a dejar de serlo se pueden detectar si repiten constantemente las siguientes acciones:
- Empiezan a pensar en lo que les beneficiaría a ellos mismos en vez de al equipo
- Dejan de admitir sus equivocaciones, e incluso echan la culpa a otros.
- Ponen excusas constantemente ante las decisiones que no gustan al grupo.
- Sientes que ya no forman parte del equipo, ahora solo lo dirigen.
- Ya no hablan de "buenos resultados" si no de "ganar dinero".
- No muestran empatía cuando tienen que tomar decisiones drásticas.
Hay muchas personas que no tienen alma de líder y desarrollan esa habilidad a lo largo de su vida. En cambio hay otras que nacen con el espíritu de liderazgo y que poco a poco lo van perdiendo. Uno de los casos más repetidos de buenos líderes que dejan de serlo es porque el poder les ha corrompido y dejan de pensar en las personas que les han puesto en ese lugar.
Los buenos líderes que comienzan a dejar de serlo se pueden detectar si repiten constantemente las siguientes acciones:
- Empiezan a pensar en lo que les beneficiaría a ellos mismos en vez de al equipo
- Dejan de admitir sus equivocaciones, e incluso echan la culpa a otros.
- Ponen excusas constantemente ante las decisiones que no gustan al grupo.
- Sientes que ya no forman parte del equipo, ahora solo lo dirigen.
- Ya no hablan de "buenos resultados" si no de "ganar dinero".
- No muestran empatía cuando tienen que tomar decisiones drásticas.
fuente del Artïculo: forbes.es
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