lunes, 28 de marzo de 2016

Para cambiar tu mundo, cambia tu conversación

Por: Pilar Jericó 

Tenemos un problema y no paramos de hablar de él con amigos o con la almohada. Podemos llegar a ser obsesivos y repetir una y otra vez la misma cantinela. El hecho de hablar de ello nos alivia (cuidado que es peor tragárselo todo y no compartirlo con nadie). Pero quizá la solución pase porque una vez hayamos hablado de nuestros problemas, comencemos a transformar los temas de nuestras conversaciones. Las conversaciones que mantenemos nos definen. Todos tenemos personas en nuestro entorno que sabemos que si quedamos con ellas nos hablarán de lo mismo: que si sus hijos, que si el fútbol, que si las enfermedades… Son parte de sus pasiones o de sus obsesiones porque lo que hablamos nos atrapa. Nuestras palabras configuran nuestro mundo de realidades. Si pensamos que nuestro jefe es una pesadilla y lo repetimos a sol y sombra, será muy difícil observar algo distinto de él o de ella. Como hemos dicho en alguna ocasión: el objetivo para la felicidad no es tener la razón, sino ser prácticos con nuestras propias emociones. Y nuestras conversaciones nos encienden ciertas emociones. O si no, piensa cómo te quedas después de hablar de lo mal que va el país, la empresa, la pareja o lo que sea… Por ello, si quieres sentirte bien contigo mismo necesitas revisar cuáles son las conversaciones que mantienes. Veamos tres claves para ello:

Hablar no es conversar. Hablar es solo una parte. Hablar no cambia necesariamente los sentimientos, las ideas propias o de los demás; sin embargo, la conversación nos ayuda a transformar nuestra forma de entender el mundo, como sostiene Theodore Zeldin, en su libro “Conversación”. La conversación es más permeable. Implica escucha, tener la curiosidad sobre el otro y estar dispuesto a cambiar nuestras propias ideas iniciales (por eso, quizá las conversaciones más estériles entre conocidos son las políticas… es difícil que alguien varíe el punto de vista, por otros motivos que no son conversacionales). Por ello, ¿qué porcentaje del tiempo hablas y cuánto conversas?

¡Necesitamos amigos conversadores! A veces cuando vivimos un problema con la pareja, las mujeres solemos llamar a amigas (y los hombres a amigos) para contar lo mal que nos va y los errores que cometen “siempre” los hombres (o las mujeres). Esas conversaciones nos alivian. Total, todos estamos en el mismo barco… pero no necesariamente nos ayudan a crecer. Una conversación te reta internamente. Cuando tengamos un problema, sea cual sea, necesitamos que no nos den continuamente la razón y escuchemos otros puntos de vista para ampliar nuestro enfoque. ¿Con qué personas tienes la posibilidad para compartir buenas conversaciones?

Abramos nuestros temas de conversación. En la China antigua había asociaciones poéticas que reunían a mujeres para conversar de otros temas diferentes a las tareas domésticas. Es un buen ejemplo para comprender que hagamos lo que hagamos, necesitamos incluir temas de conversación más allá de nuestros problemas u obsesiones, que nos alivien de lo que nos duele o simplemente, para comenzar a contemplar la vida de una manera más amable. Piensa, por ejemplo, en la última semana de qué has estado conversando con la pareja, familia o amigos…

Recordemos: los cambios se producen con nuevas conversaciones y aunque tengamos la tendencia o la necesidad de insistir en algo una y otra vez, tomemos conciencia de si eso nos ayuda o no. Tengamos la fuerza para “obligarnos” a abrirnos a conversaciones diferentes y más amplias primero con otras personas y segundo, con nosotros mismos. La conversación crea nuestro mundo y a pesar de lo que nos suceda, tenemos la capacidad de construir realidades más agradables si somos capaces de cambiarlas.

Fuente del Articulo: elpais.com

domingo, 20 de marzo de 2016

6 claves de la comunicación no verbal en el liderazgo

Para que un buen líder establesca todas sus dotes de mando con sus empleados, se hace esencial el manejo eficiente de la comunicación. Pero no basta con un discurso bien redactado y modulado, sino que también debe tener mucho cuidado en la postura de su cuerpo y el tono de voz que usa cuando da una instrucción. El lenguaje corporal es fundamental para un liderazgo efectivo.

6 claves de la comunicación no verbal en el liderazgo

Actualmente, el liderazgo y la comunicación son entendidos como dos herramientas indispensables para el éxito de toda organización o empresa. Ningún líder podrá relacionarse, ni dirigir correctamente a sus colaboradores sin una comunicación adecuada.

Podemos decir, que la comunicación es la interacción de dos o más personas cuyo objetivo es compartir un significado. Esta se da en toda las especies animales, aunque con gran diferencia a la humana por lo limitado de su repertorio.

Toda acción es comunicación. Es decir, todo lo que hacemos y cómo lo hecemos comunica algo, porque puede ser interpretado por la contraparte. Esto hace referencia al mayor factor común que tenemos con las otras especies: la comunicación no verbal. Ellos al igual que nosotros, son capaces de enviar muchos mensajes utilizando gestos y posturas.

El lenguaje corporal, que no es más que todo lo que tú trasmites por medio de movimientos o gestos, delata completamente tus sentimientos o percepción acerca de la persona con la que está interactuando.

Cuando conversas con una o varias personas, reflejas y envías miles de señales y mensajes a través de tu comportamiento. Así que presta atención y sácale provecho a los siguientes datos, porque tanto en tu vida laboral como en la personal, te serán de gran provecho.

1. Postura y movimiento.

Adoptar una postura natural que no denote rigidez se aplica a los gestos también, pero en especial a los movimientos de los pies y piernas. La postura influye en la opinión que los demás tienen de ti, una mala postura puede ocasionar desconfianza.

2. Gestos naturales.

Si necesitas que tus colaboradores o clientes te perciban como alguien abierto y amigable, los gestos deben ser naturales, los brazos y manos de manera relajada como si estuvieras descansando, hacer énfasis en la sonrisa.

3. La vestimenta comunica.

La forma de vestir divulga la apariencia, tener estilo es vestir bien, es reflejar la propia personalidad.

4. Tono de voz.

La voz y en especial el tono es un instrumento utilizado para comunicarnos de manera íntima, persuasiva, dura o deliberadamente. También comunica nuestro estado de animo y suele prestarse para malos entendidos si nos los sabes ocupar. Puedes utilizar un tono de voz bajo, medio o alto, dependiendo de la finalidad de tu mensaje.

El tono de voz bajo implica dulzura, gentileza, pero tiende a comunicar miedo, temor al igual que un tono de voz alto en el interlocutor. Se debe mantener la serenidad, relajación, que permita que las cuerdas vocales asuman una tensión natural y poder controlar el tono de voz y aún más importante el tema de la conversación.

5. Utiliza bien tu manos.

Para comenzar, si deseas indicar autoridad en tu mensaje, entrelazar los dedos es un gesto univoco.

Tus manos se pueden aprovechar muy bien para complementar tus palabras y dar mayor fuerza a tu conversación. No las utilices inútilmente y mucho menos para hacer cualquier cosa que distraiga a la otra persona. Tampoco las uses violentamente, palmoteando o pasándoselas casi en el rostro a la otra persona.

6. No invadas el espacio.

Respeta el espacio personal de cada empleado. No le hables demasiado cerca de su rostro, cuida no tocar por tocar a cada persona. Un signo de respeto es darle el espacio necesario a todos los que nos rodean.

Fuente del Articulo:entrepreneur.com

lunes, 14 de marzo de 2016

¿Por qué no es bueno estar siempre de acuerdo?

Nunca antes se había dicho que “discrepar era de sabios” y en cambio es lo que realizamos día a día. ¡Y menos mal que lo hacemos! Ya que es en ese momento donde se pueden obtener los mejores resultados, una mejor perspectiva y, como se suele decir, siempre cuatro ojos ven más que dos.





En muchas ocasiones cuando presentamos una propuesta de trabajo, o cuando simplemente estamos conversando con unos amigos, buscamos continuamente la aprobación de nuestros argumentos. Y es en ese momento cuando se puede escuchar a alguien decir la temida frase "yo no estoy de acuerdo", alegando una serie de explicaciones que seguramente nosotros no habíamos obtenido previamente. Pero, ¿acaso es incorrecto discrepar? En realidad, se trata de una de las mejores formas de obtener los mayores beneficios ya que siempre podrás recibir un punto de vista diferente al que tenías anteriormente. 

En primer lugar hay que tener un concepto claro: respeto. Siempre hay que saber en qué modo se va a plantear nuestra duda sin herir los sentimientos de la otra persona. Además, tenemos que tener en mente que nuestra intención es principalmente poder obtener unos mejores resultados, por lo que aportando nuestra perspectiva o teniendo en cuenta la del otro, siempre se puede conseguir una mezcla perfecta. Por eso, es muy importante que nuestra pregunta no sea excesivamente directa y que la otra persona no se sienta atacada verbalmente por nosotros. 

No asienta si no está de acuerdo: no queremos quedar bien, queremos obtener un beneficio. Por ello, hay que continuar por una regla básica pero realmente difícil en muchas ocasiones: decir que no estamos de acuerdo. A esto tenemos que añadirle que siempre es importante el contexto de cada situación y saber encajar nuestra argumentación al tema que estamos tratando. Por ello, no tenemos que discrepar por discrepar, ya que dependiendo del contexto hay situaciones que pueden ser factibles y otras que no. Antes de hacerlo, piensa en qué puedes contribuir con lo que quieres comentar. 

Finalmente, y antes de mostrar nuestro desacuerdo, tenemos que tener claro qué podemos aportar. Datos, cifras nuevas, una opinión diferente pero actual…, hay un sinfín de argumentos que pueden ayudarnos, pero siempre hay que tener alguno. Recuerda: siempre se tiene que contribuir de forma constructiva. 

Fuentedel Articulo:forbes.es