Por:
Juan Carlos Jiménez
“Todo es según el color del cristal con que se mira.”
Cuando enfrentamos obstáculos o dificultades, el “reencuadre” de esas situaciones puede ser una efectiva fuente de innovación.
Al cambiar la forma en que vemos una adversidad, comenzamos a encontrar soluciones y respuestas que no podíamos considerar desde una perspectiva negativa.
En fotografía, el encuadre es lo que el fotógrafo decide incluir y excluir en su marco o toma. El sentido de la vista capta una imagen muy grande del entorno, pero la fotografía captura solo una parte de ella.
Así que el encuadre contiene una porción específica de un conjunto mucho más grande. De manera consciente o inconsciente, encuadramos los aspectos que nos parecen más importantes o los que queremos resaltar según nuestro interés.
Cuando hacemos un encuadre, establecemos límites en una imagen mucho mayor. Dentro de esos límites focalizamos nuestra atención, concentramos nuestros pensamientos y decidimos actuar.
Así pues, cambiar de encuadre, o reencuadrar, significa salirse de los límites iniciales para cambiar el punto de vista, la perspectiva y el foco de atención con el que atendemos los asuntos que vivimos.
Es decir, reencuadrar implica modificar los paradigmas o esquemas mentales que utilizamos para analizar o actuar frente a una situación determinada.
El reencuadre es uno de los mayores catalizadores de creatividad para abordar con éxito retos y dificultades. Al redefinir una situación que nos afecta de manera negativa, modificamos la valoración de los hechos, los sentimientos, la actitud y la manera en que respondemos.
En otras palabras, el significado de cualquier suceso depende del encuadre con el que lo observemos. Cuando cambiamos la perspectiva, cambiamos también el significado. Y cal cambia el significado también se modifican las emociones y conductas asociadas a él.
Reencuadrar es como pasar de un pensamiento del tipo “vaso medio vacío” a “vaso medio lleno”. Se trata de un ejercicio que siempre tiene un alto impacto positivo en nuestro estado de ánimo y comportamiento.
Al reencuadrarla, podemos descubrir que una situación aparentemente adversa puede transformarse en oportunidades favorables.
En este sentido, los siguientes ejemplos muestran la utilidad que tiene ejercitar el reencuadre cuando encaramos contratiempos:
Ejemplo 1 de encuadre tradicional: “Me da pánico hablar en público”.
Un ejercicio de reencuadre sería: “¿Qué puedo mejorar para sentir más seguridad al hablar en público?”
En este caso, el reencuadre no sólo cambia mi manera de ver e interpretar una debilidad, sino que me ofrece de inmediato un plan de acción positivo que está a mi alcance.
Ejemplo 2:
Encuadre tradicional: “Mi jefe no me valora suficiente, es muy difícil progresar en esta empresa”.
Ejercicio de reencuadre: “Voy a preguntarle a mi jefe qué debo mejorar para tener más oportunidades de desarrollo profesional”.
Ejemplo 3:
Encuadre tradicional: “No aprobaré esta materia, porque el profesor no es bueno dando clase”.
Ejercicio de reencuadre: “Voy a buscar otras referencias para comprender mejor la materia y aprobarla”.
Ejemplo 4:
Encuadre tradicional: “Me gustaría viajar a esa ciudad, pero es muy costoso y no está a mi alcance”.
Ejercicio de reencuadre: “¿Cuánto tendría que ahorrar mensualmente para poder hacer ese viaje dentro de dos años?”
Ejemplo 5:
Encuadre tradicional: “La gente se ha vuelto mal agradecida: ya ni responden los buenos días”.
Ejercicio de reencuadre: “Voy a cambiar mi forma de saludar para que la gente no ignore mis buenos días”.
Ejemplo 6:
Encuadre tradicional: “Nuestros clientes son pichirres: solo quieren descuentos”.
Ejercicio de reencuadre: “¿Qué necesitamos mejorar de nuestros productos para que los clientes los valoren más?”
Ejemplo 7:
Encuadre tradicional: “Ese cliente es muy injusto: nos cambió por la competencia”.
Ejercicio de reencuadre: “Cuando perdamos un cliente, vamos a llamarlo para ver por qué se fue y así saber en qué debemos mejorar”.
Ejemplo 8:
Encuadre tradicional: “Me da mucha rabia cuando se retrasa mi vuelo de regreso”.
Ejercicio de reencuadre: “Voy a aprovechar el retraso del vuelo para disfrutar este libro que casi nunca puedo leer”.
Ejemplo 9:
Encuadre tradicional: “Es muy difícil comunicarme con mi hijo porque pasa mucho tiempo con sus videojuegos”.
Ejercicio de reencuadre: “Aprenderé algún videojuego para poder pasar más tiempo con mi hijo y tener más chance de comunicarme con él”.
Ejemplo 10:
Encuadre tradicional: “La calle es un desastre, hay demasiado tráfico y voy a llegar tarde. Es una maldición”.
Ejercicio de reencuadre: “Con este tráfico es un buen momento para escuchar el audio libro que tengo pendiente o poner la música que más me gusta”.
Seguro que ya te diste cuenta
Ya te debes haber percatado que el ejercicio de reencuadre:
1. Se trata de una decisión personal, porque siempre podemos enfrentar las adversidades aprovechando aspectos que están a nuestro alcance. Pero, para poder verlos, lo más importante es explorar una manera diferente de interpretarlos.
2. Es un ejercicio de lenguaje, de redefinición de lo que tenemos en frente, cambiando las palabras y expresiones más típicas y convencionales por otras que nos permitan mejorar nuestras posibilidades más cercanas y ciertas.
Cuidado, no se trata de un mecanismo de auto engaño, que nos permite eludir los momentos más complejos. Ni se trata de crear una especie de disfraz para maquillar superficialmente las dificultades.
El lenguaje determina nuestras percepciones, porque las palabras son ojos. Bien lo dice la profesora de Stanford University, Lera Boroditsky, especialista en ciencias neurocognitivas: “el lenguaje interviene en niveles básicos de la percepción y, sin tener conocimiento o consentimiento, transforma la sustancia misma de cómo vemos el mundo.”
Así pues, el reencuadre es una opción para ver e interpretar el mundo, que está a nuestro alcance como personas, y que nos ayuda a ampliar nuestra perspectiva de cualquier circunstancia que encaremos.
Pero el reencuadre solo funciona si no es un acto pasivo y cuando está acompañado de acciones. Después de cambiar la mirada y definir nuevos límites es indispensable poner en práctica esas palabras. De lo contrario, sería un simple ejercicio lingüístico.
El ejercicio de reencuadre tiene sentido cuando lo usamos para cambiar la manera de definir lo que vemos y para decidir la respuesta a esa definición en términos de comportamientos diferentes. Si no actuamos, perderemos la verdadera ganancia del ejercicio del reencuadre.
¿Qué otros ejercicios de reencuadre agregarías a los que te he propuesto?
Fuente del Artículo:ampliatusoportunidades.com
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