Gestionar el estado de ánimo ya se valora más que el coeficiente intelectual
Por:JAVIER RICOU, Lleida
La inteligencia emocional es un valor en alza en el mundo laboral. Los buenos trabajadores ya no se miden sólo por su coeficiente intelectual. Aquellos empleados capaces de gestionar sus emociones en el puesto del trabajo tienen muchas más posibilidades de prosperar que los que destacan únicamente por su inteligencia intelectual. O dicho de otra forma, ser listo (coloquialmente, tener coco) no siempre es sinónimo de éxito, mientras que tener habilidades para desplegar con inteligencia las emociones sí abre muchas más puertas de las que se creía y ayuda a acelerar los ascensos laborales.
¿Cómo se lee todo esto? La base de la inteligencia emocional reposa en la capacidad y habilidad para manejar los sentimientos propios y ajenos. Saber identificar en todo momento nuestro propio estado de ánimo y también interpretar el de todas las personas que nos rodean. Lecturas que harán siempre más fáciles las tomas de decisiones. Cuando se acuñó por primera vez este término (en un libro publicado en 1995 por Daniel Goleman) la teoría de este reconocido psicólogo sorprendió al situar, cuando se habla de carrera competitiva en el trabajo, las emociones de las personas en un estadio superior a su coeficiente intelectual.
Dos décadas después esa teoría no sólo ha sido aceptada, si no que ha quedado más que ratificada en uno de los estudios más completos realizados hasta la fecha sobre inteligencia emocional. Una investigación hecha en Estados Unidos y publicada en la revista Journal of Vocational Behavior ha resultado ser muy revelador. Sigue la trayectoria, a lo largo de diez años, de universitarios escogidos una década atrás por sus aptitudes intelectuales y emocionales. La conclusión es abrumadora: aquellos que mostraron una mayor inteligencia emocional han prosperado más en sus puestos de trabajo que los elegidos por su alto coeficiente intelectual.
Así que no extraña que muchas empresas estén modificando sus técnicas de selección de personal. Tal y como escribe en uno de sus últimos libros sobre este tema Sophie Martineaud, el coeficiente intelectual tan utilizado en las evaluaciones de selección de talento empieza a ser ya una técnica obsoleta. Y esto ocurre tras constatarse que sólo el veinte por ciento los factores que determinan el éxito laboral y personal se relacionan a la capacidad cognitiva, mientras que el ochenta por ciento restante se refiere a las habilidades de la persona para desplegar la inteligencia emocional.
Mireia Cabero, psicóloga, coach y profesora en la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), comparte esta teoría. “Saber gestionar las emociones en el trabajo ayuda a ese empleado a ser más creativo y resolutivo, además de reducir el riesgo de sufrir estrés”, afirma.
¿Quién no querría ayudar a alguien seguro de sí mismo, emocionalmente equilibrado y siempre empático con las emociones de las personas que le rodean?, se preguntan los investigadores del estudio publicado en la revista Journal of Vocational Behavior. En cualquier ambiente laboral, los trabajadores capaces de poner nombre a su estado de ánimo (no es lo mismo estar cansado, que estresado o ansioso) y que tienen además habilidades para detectar, en cualquier momento, los estados de ánimo de sus compañeros “lo tienen todo de cara a la hora de proponer iniciativas, motivar a sus equipos o influir en los comportamientos de otras personas” recoge ese estudio hecho en EE.UU..
La inteligencia emocional es una suma de dos cosas, añade Mireia Cabero. “La primera es saber traducir las emociones en acciones acertadas y tomadas en el momento idóneo y la segunda, entender las emociones de los demás para estrechar las relaciones”. Los trabajadores con habilidad para desplegar esas emociones con inteligencia “se integran más rápido en la red social de las empresas, enseguida hacen amigos entre sus compañeros de trabajo y esos contactos les proporcionan información de todo lo que pasa en ese ambiente laboral.
Y al estar muy bien informados les resulta también más fácil aprovechar las oportunidades para ascender de categoría”, recoge ese estudio que ha seguido la evolución durante diez años de trabajadores que en la época universitaria destacaron por su inteligencia emocional.
El éxito dentro de la empresa también se mide, con independencia del coeficiente intelectual del trabajador, por la habilidad de este “para persuadir, inspirar y establecer una buena relación con los demás”, recalca el mismo estudio. Manejar bien las emociones ayuda a superar situaciones de estrés, a resolver los problemas laborales más complejos. Una oficina no deja de ser un entorno social, así que una de las claves para ascender se basa en la interactuación con el resto de compañeros. y también con los jefes.
Esas relaciones abren las puertas a las oportunidades. “En definitiva se trata de decidir conscientemente cuando y por qué es oportuno expresar un estado emocional a los compañeros de trabajo y saber que podemos expresar el mensaje de la emoción sin emocionarnos, sin perder nunca el control de la situación y teniendo muy claro qué queremos y buscamos en cada momento”, indica la psicóloga de la UOC , Mireia Cabero.
La persona con un alto nivel de inteligencia emocional siempre está en alerta y con la antena levantada para interpretar las reacciones de sus compañeros y jefes. Juega con ventaja al leer en todo momento los diferentes estados de ánimo de las personas que le rodean, lo que condicionará siempre sus respuestas a un comentario o una orden. Esos trabajadores con habilidad para gestionar las emociones, recoge el mismo estudio realizado en Estados Unidos, “aceptan mejor las críticas y aprenden mucho más rápido de sus errores, lo que garantiza una rectificación rápida a cualquier equivocación”.
Travis Bradberry, autor del libro Inteligencia emocional 2.0 escribe que las personas que embotellan sus emociones tardan muy poco en padecer estrés, tensión y ansiedad. Cuando se identifican, la situaciones complicadas se resuelven antes de que las cosas vayan a peor. La persona con inteligencia emocional es empática y amable. Sabe poner límites, resolver conflictos sin emocionarse y problemas sin crear enemigos.
Fuente del Artículo:www.lavanguardia.com
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