Tienes una fiesta y a tu pareja no le apetece nada ir. Te dice que va, pero pierde el tiempo de tal manera que, cuando está listo, la fiesta casi ha terminado. O puede que trabajes con un compañero al que constantemente le pides informes que nunca envía y que, cuando se lo recuerdas, se hace “el sueco”. Si has vivido algunos de los ejemplos anteriores, ya conoces los comportamientos pasivos agresivos o la agresividad silenciosa. Todos hemos sufrido alguno y puede incluso que los hayamos protagonizado. Si estas actitudes son la única manera que tiene una persona de relacionarse, es cuando se dice que sufre un trastorno. Pero no hace falta llegar a ese extremo para sufrirlo en el día a día. De hecho, la agresivo d silenciosa es mucho más común de lo que nos imaginamos. La encontramos en las relaciones laborales, entre amigos y, por supuesto, en la pareja. Es el resultado de diversos factores: conflictos de autoestima, sensaciones de abandono en la infancia, habitualmente de la madre, de conductas aprendidas… Y la experimentan tanto hombres como mujeres. Los comportamientos agresivos silenciosos son difíciles de reconocer a simple vista, resultan en ocasiones resbaladizos, pero son muy dolorosos para quien lo sufre y para ellos mismos. Veamos cómo actúan para entenderlos
El silencio es su principal arma
Un pasivo agresivo se enfada como cualquier otro mortal, pero no lo verbalizará y lo expresará de otro modo: ignorando a la otra persona durante tiempos dilatados. Detrás de esa actitud hay dolor, pero una mezcla de orgullo de fondo y de miedo les impide expresar sus necesidades reales. De este modo, si un tercero le expone el conflicto, rehuirá hablarlo. Lo negará o hará como que no existe.
Contigo pero sin ti
Un pasivo agresivo es muy dependiente, aunque no lo reconozca. Le gusta que le cuiden pero al mismo tiempo, desea la libertad, su autonomía y que no le den órdenes. Eso hace que sea un carácter ambivalente e incoherente muchas veces con lo que dice o con las expectativas que tiene la otra persona hacia él o hacia ella.
Agresividad escondida
Su dificultad para expresar lo que quiere, su dependencia y el enfado cuando no se siente querido es un cóctel molotov en las relaciones personales, principalmente. Le lleva a actuar con estrategias de no confrontación: no habla, no presta atención al otro apagando el móvil, olvida lo que se le ha dicho antes… Si la otra persona se enfrenta a su comportamiento, él o ella buscará “salir de rositas” en la discusión, negando la mayor.
Victimismo en estado puro
El pasivo agresivo tiene dificultades para reconocerse a sí mismo lo que le ocurre o de reconocérselo a los demás. Su falta de autocrítica y de flexibilidad le lleva a entender que está en lo correcto y que el resto del mundo es culpable de lo que le sucede. Por ello, aunque se haya pasado varios días sin hablar con la pareja o con un amigo que le insiste con llamadas de preocupación, tiene tendencia a ver solo su propio dolor.
¿Y cómo actuar con un pasivo agresivo? Con tres estrategias. La primera, reconoce al otro cuando ha caído en ese estado y deja que se le pase. Si necesitas discutir o hacerle ver que se ha equivocado, estás perdido. El pasivo agresivo se encerrará más en sí mismo. Por ello, dale tiempo. Su miedo al abandono le hará recular en algún momento. Segundo, toma distancia. No lo vivas como un ataque personal, sino como una respuesta a su dolor mezclado con dificultades para expresarlo. Por ello, aunque te duela, mírale con compasión. Y tercera estrategia, cuando haya pasado la intensidad de su comportamiento, razónaselo de manera calmada, sin acusaciones personales, expresando qué te ocurre a ti cuando él o ella actúan de ese modo. El objetivo es encontrar soluciones conjuntas. Lógicamente, si la actitud es sumamente recurrente, la mejor opción es buscar ayuda profesional.
En definitiva, la agresividad silenciosa es muy frecuente y muy dolorosa. No hace falta tener un trastorno para manifestarla. En la medida en que sepamos reconocerla en la otra persona o, incluso en uno mismo, sabremos actuar con mayor serenidad y eficacia.
¿Qué pueden aprender los políticos de los chimpancés?
A fines de los años 70 tuvo lugar un drama político en Holanda del que pocos se enteraron.
Yeroom, era líder de una comunidad y después de estar en el poder durante mucho tiempo, intentaban derrocarlo.
Su liderazgo cada vez más autocrático había provocado que uno de sus rivales más jóvenes y ambiciosos reuniera a un grupo de simpatizantes.
A medida que a Yeroom se le evaporaba la confianza en sí mismo, el joven rival se sentía cada vez más cerca de la victoria y le ofreció al viejo líder un cargo en una nueva administración.
Yeroom aceptó. Pero en secreto hizo una importante alianza con otro joven rival, Niki, y juntos lograron derrocar al nuevo líder.
Niki asumió el poder pero quien verdaderamente siguió al mando de la comunidad fue el hábil y viejo Yeroom.
Esta historia quizás no tendría nada de interesante si no fuera porque no ocurrió con humanos. Tuvo lugar en un zoológico y los protagonistas eran chimpancés.
Esta historia del ascenso y caída de Niki, el chimpancé, fue tomada del libro "La política de los chimpancés", de Frans de Waal, primatólogo holandés, profesor de la Universidad de Emory y director del Centro Nacional de Investigación de Primates en Atlanta, Estados Unidos.
Como demuestra su desenlace, las maquinaciones políticas de estos animales nos dicen mucho sobre nuestro propio mundo humano.
De hecho, hay cinco lecciones que los chimpancés, nuestros parientes más cercanos, nos pueden enseñar sobre política,
1. Mantén cerca a tus amigos y aún más cerca a tus enemigos
Estos primates extremadamente inteligentes viven en grupos sociales de unos 50 miembros.
E igual que en los humanos, los grupos de chimpancés tienen una jerarquía y cuentan con líderes. Y también, como los humanos, los chimpancés tienen un enorme deseo de poder.
"Los grupos están dominados por los machos, los machos dominan a las hembras, y entre los mismos machos hay una lucha para destacarse como el macho principal", le explica a la BBC el profesor Frans de Waal.
"Esto es lo que se conoce como la sed de poder. Luchar para ocupar la posición más alta, para obtener ciertos beneficios como alimentos y hembras y, en ocasiones, surgen machos que pueden ser el macho alfa hasta por 12 años, como se ha llegado a observar en estudios".
Por supuesto que llegar a ocupar la posición de macho alfa tiene algo que ver con fuerza física, pero quienes logran llegar al liderazgo son animales intensamente políticos.
"Tu fuerza se mide de acuerdo a cuántos individuos te apoyan y a cuántos amigos tienes dentro de la política del grupo, porque una sola persona no puede controlar a toda una comunidad", le explica a la BBC la doctora Alison Cronin, directora de Monkey World, en Somerset, Inglaterra, el mayor santuario de primates fuera de África.
2. Cuando establezcas alianzas, elige a alguien débil y no al que es más fuerte
Así, un chimpancé que quiere ascender al puesto más alto necesita amigos pero también necesita aliados y, lo más importante, necesita una estrategia.
Y, como explica Frans de Waal, esto se resume en coaliciones de conveniencia que cambian continuamente.
"Si tenemos un grupo con tres machos y uno de ellos es extremadamente fuerte, los otros dos tenderán a aliarse en contra del más fuerte. Porque si se unen al macho más fuerte saben que se convertirán en solo un accesorio de su poder".
"En cambio, si uno de ellos se une a otro macho que es tan débil como él, entonces habrá una alianza que será esencial para la coalición", explica el experto.
Así es exactamente como se forman las coaliciones de los partidos políticos humanos, como le dice a la BBC Simon Jix, profesor de ciencias políticas de la London School of Economics.
"Por ejemplo si tenemos tres partidos en un parlamento, uno de ellos grande y dos pequeños, se pensaría que la coalición más obvia es del partido grande con uno de los dos pequeños".
"Sin embargo, las predicciones para ganar una victoria mínima muestran que para obtener esa victoria los dos partidos pequeños deben unirse si juntos pueden obtener más de 50% de los escaños porque así pueden dividirse el poder entre ellos dos".
"Mientras que si uno de los pequeños formara una coalición con el partido grande, éste dominaría y el pequeño no tendría mucho poder en sus manos", afirma Hix.
Los chimpancés también tienen otras estrategias políticas muy similares a las de los humanos.
"Cuando un macho viejo pasa su mejor época y ya no pueden seguir siendo macho alfa, comienza a buscar y preparar a un macho joven que cree puede tener futuro como líder. Y este joven macho puede terminar siendo el nuevo macho alfa", explica el profesor de Waal.
"Esto lo vemos también con los humanos, todos esos políticos viejos que siguen teniendo enorme influencia en un partido".
Y el profesor Hix dice: "En la política democrática encontramos muchas veces que el líder de un partido no es siempre la persona con más poder dentro de ese partido".
"Porque serás líder del partido durante poco tiempo, mientras que las figuras políticas poderosas se mantienen dentro de los partidos durante 15 o 20 años".
"Son las grandes bestias que se encargan de manejar los hilos y no quieren al frente del partido a alguien que pueda ser más poderoso que ellos", dice el experto.
3. Es bueno que te teman pero es mejor que te estimen
Para los primates, ya sean chimpancés o humanos, es la perspicacia política la que al final determina quién es el que tiene el poder.
Si en un grupo con tres machos, uno es extremadamente fuerte, los otros dos tenderán a aliarse".
Frans de Waal, director del Centro Nacional de Investigación de Primates en Atlanta, Estados Unidos.
"Hay muchos libros empresariales que dicen que para ser 'un macho alfa' no debes dejar que nadie se salga con la suya, dales un golpe en la cabeza para que sepan quién manda, asegúrate que saben quién es el jefe, etc. etc.", dice Frans de Waal.
"Pero se ha demostrado que los mejores machos alfa en las comunidades de chimpancés no son necesariamente los bravucones o pendencieros, ni los machos más grandes y fuertes".
"Se trata de tener simpatizantes y de mantener contentos a tus simpatizantes, por lo tanto tienes que ser diplomático.Los verdaderos líderes chimpancés apoyan a las víctimas después de una pelea, los abrazan y los calman".
"Y esta también es la labor de los machos alfa en las sociedades humanas: los verdaderos líderes son los que van a lugares donde ha habido desastres como terremotos y ofrecen el apoyo a su pueblo".
4. Es bueno que te estimem pero es mucho mejor ser capaz de repartir premios
Los líderes quieren el apoyo de las masas. Igual que los políticos que están detrás de los votos, los líderes chimpancés quieren ser apreciados y también quieren ser capaces de redistribuir los recursos para apuntalar su apoyo.
"Juegan con las crías de las hembras.Por lo general no están interesados en los infantes pero literalmente salen a besar a los bebés igual que los políticos humanos que les gusta sostener a los bebés en alto", dice el profesor de Waal.
"Otra cosa que hacen es que salen a recoger comida para compartirla con sus simpatizantes".
"(Toshisada) Nishida, el científico japonés que estudió a un chimpancé que fue macho alfa durante 12 años, encontró que éste reunía carne y seleccionaba a sus simpatizantes para compartirla, con lo cual, en resumen, había establecido todo un sistema de sobornos del que sacaba ventaja a su favor".
5. Las amenazas exteriores pueden apuntalar tu apoyo (si éstas realmente existen)
Tal como explica Michael Bang Petersen, profesor de psicología política evolutiva de la Universidad de Aarhus, en Dinamarca, "a menudo cuando pensamos en política creemos que se trata de algo complicado, de negociaciones sobre presupuesto nacional".
"Pero la política realmente trata de cuestiones básicas sobre como nos relacionamos con los otros, quiénes son amigos, quiénes son los enemigos, lo que está bien o mal, quién se merece nuestra ayuda y quién no", dice.
En efecto, una cuestión política básica es identificar a los amigos y a los enemigos.
Igual que los humanos, los chimpancés se ven involucrados en conflictos violentos con grupos rivales.
"Los chimpancés son intensamente territoriales y defienden su espacio organizando grupos de patrulla con los machos dominantes buscando amenazas exteriores o individuos que intenten entrar en su territorio", explica Alison Cronin, de Monkey World.
"Y llevan a cabo esas patrullas de perímetro en la noche y en la mañana".
Así, cuando se ven amenazados por un agente externo, los grupos de primates se unen y olvidan sus problemas internos.
Y hay un concepto que se usa en ciencias políticas que refleja esta conducta en los humanos: "el efecto de agruparse ante la bandera", cuando una amenaza externa inesperada incrementa el apoyo al gobierno (por ejemplo, en la respuesta a los ataques de 11 de septiembre de 2001 en EE.UU.).