lunes, 27 de abril de 2015

¿Cuándo un buen líder deja de serlo?


Un líder no deja de serlo cuando las personas ya no le siguen, si no cuando no se comporta como tal. Hay altos cargos que tienen a trabajadores que continúan haciendo lo que dicen por miedo o por costumbre, pero eso no es realmente un líder. Para ser un buen líder se necesita tener una serie de aptitudes para que las personas te identifiquen y te vean como un referente, como un ejemplo a seguir
19 mayo 2014
RAQUEL MARTIN



Claro que los líderes pueden cometer errores, ya que son personas. Pero cuando esos fallos se convierten en costumbre, es hora de empezar a valorar si realmente es un buen líder. 

Hay muchas personas que no tienen alma de líder y desarrollan esa habilidad a lo largo de su vida. En cambio hay otras que nacen con el espíritu de liderazgo y que poco a poco lo van perdiendo. Uno de los casos más repetidos de buenos líderes que dejan de serlo es porque el poder les ha corrompido y dejan de pensar en las personas que les han puesto en ese lugar. 

Los buenos líderes que comienzan a dejar de serlo se pueden detectar si repiten constantemente las siguientes acciones: 

- Empiezan a pensar en lo que les beneficiaría a ellos mismos en vez de al equipo 
- Dejan de admitir sus equivocaciones, e incluso echan la culpa a otros. 
- Ponen excusas constantemente ante las decisiones que no gustan al grupo. 
- Sientes que ya no forman parte del equipo, ahora solo lo dirigen. 
- Ya no hablan de "buenos resultados" si no de "ganar dinero". 
- No muestran empatía cuando tienen que tomar decisiones drásticas.

fuente del Artïculo: forbes.es

5 hábitos que tienen las personas genuinas


El ser genuino no sólo se relaciona con una forma muy específica de pensar, también tiene que ver con cómo actuar y abrirse camino en el mundo

POR:  redaccion Última actualización 02 / Abril / 2015 

Ciudad de México.- ¿Cómo sabemos cuando alguien es genuino o falso? A veces, calificamos a las personas por lo que sentimos en el momento en que estamos en contacto con ellas.
Las personas pueden ser ‘falsas’ por hacer un esfuerzo por impresionar o ser más atractivas, este comportamiento, es el resultado de estar siempre preocupados por las opiniones de los demás.
Pero en teoría, eso no debería importarnos, por sencillas razones:
  1. Tendemos a confiar más en las personas genuinas que en las falsas, esto es porque alguien que es auténtico con nosotros, nos parece más honesto.
  2. Frecuentemente asociamos el ser genuino como características atractivas, tales como, resistencia emocional y un carácter fuerte. Ser tú mismo expresa confianza, tenacidad y valentía.
  3. Resulta más atractivo el ser único e individual.

A continuación, presentamos algunos hábitos que hacen las personas que las hace ser genuinas.

1. Dicen lo que piensan

Son personas que generan una opinión bien informada sobre cualquier asunto, y que a su vez, no temen expresar lo que piensan. Sin embargo, es importante la forma en cómo comparten su opinión. Al expresar sus ideas hacen que los demás se sientan cómodos y no sienten esa necesidad de convencer a los otros.

2. Responden a expectativas propias

Piensan en sus propias metas, ideas, estándares y creencias, solo responden a estas expectativas, que son las que dan sentido a su vida. Identificar estas creencias e ideas no es fácil, requiere tiempo encontrar las cosas que encajan en con los objetivos. Es frecuente que, el ser auténtico se asocia con seguir un camino propio, aún cuando es contrario al ambiente en que se desarrollan las personas.

3. Hacen sus propios caminos

El ser genuino no sólo se relaciona con una forma muy específica de pensar, también tiene que ver con cómo actuar y abrirse camino en el mundo. Tener una brújula propia significa no seguir otros caminos ni a otras personas, en realidad, es alcanzar metas propias.
Las personas genuinas buscan y descubren sus propias pasiones y propósitos, basados en ello, forjan un camino único.

4. No se sienten amenazadas por el fracaso

La razón principal por la que las personas siguen rutas convencionales, ya probadas, es que son más seguras para alcanzar el éxito. Tomar un camino poco utilizado o nuevo, conlleva cierto riesgo de terminar en fracaso. Para las personas genuinas, fallar es parte del viaje, para ellos es experiencia y aprendizaje que les lleva a crecer.

5. Admiten sus fallas

Para ser honestos con nuestros sentimientos y opiniones, también debemos ser honestos con nuestro comportamiento, creencias y pensamientos, lo cual, significa que debemos confrontar todo lo bueno que tenemos, con lo malo.
Las personas genuinas siempre están dispuestas a reconocer sus fallas, aceptarlas y responsabilizarse por el resultado de sus acciones. Sin embargo, no juzgan a los demás.

fuente del Articulo: dineroenimagen.com

viernes, 24 de abril de 2015

Las mejores habilidades de los grandes líderes

Según Holly Rust, una consultora especializada en liderazgo, los grande líderes comparten cualidades especiales que los hacen sobresalir. “Cualquiera puede establecer un equipo y darle dirección”, dice, “pero los grandes líderes tienen la capacidad de inspirar a las masas”.
Además afirma que, si nos fijamos, todos los grandes líderes comparten los siguientes rasgos:
  1. Escuchan. Muchos líderes adquieren la habilidad de dirigir y delegar, con esto se aseguran que su equipo cumple las necesidades que requiere el trabajo. Pero para qué crezca y mejore, ellos necesitan ser escuchados, pues necesitan retroalimentación.
  2. Se comunican eficazmente. Es importante comunicar de manera concisa las expectativas del equipo. Si saben que se espera exactamente ellos, abre las líneas de comunicación, elimina la confusión y aumenta la productividad.
  3. Demuestran integridad. Los grandes líderes tratan a los demás como les gustaría ser tratados. Las buenas organizaciones se basan en la confianza y el respeto. Sin estos dos elementos, el esfuerzo de su equipo será el mínimo.
  4. Demuestran humildad. Todos tienen derecho a celebrar sus logros. Pero hay una diferencia entre el orgullo que se siente por alcanzar una meta y la arrogancia.
  5. Demuestra empatía. La empatía es la capacidad de comprender y compartir los sentimientos de los demás. Los grandes líderes se ponen en los zapatos de los otros para gestionar mejor los conflictos. Así construyen mejores relaciones con su equipo.
  6. Inspiran a los demás. Este tipo de líderes emanan pasión y confianza. Saben cómo inspirar a su equipo, pues sus palabras son sinceras.
  7. Predican con el ejemplo. Un verdadero líder no sólo lo qué hay que hacer, lo hace. Las expectativas de ellos mismos son tan altas como las que tienen de su equipo. Esto genera respeto y motiva al equipo.
  8. Fuente del Articulo: mundoejecutivo

8 pasos para tomar buenas decisiones




¿Cuánto tiempo dedicas a tomar una decisión? Hay veces en las que elegir la opción correcta puede ser más complicado de lo que parece. El miedo a equivocarnos y escoger la dirección equivocada nos lleva a darle vueltas a la cabeza hasta conseguir que nuestros dos lados del cerebro entren en guerra. Por eso, es importante tener claras cuáles son las 8 maneras para conseguir que tus decisiones sean las correctas.



1. Déjate guiar por la intuición
Las intuiciones siempre vienen determinadas por una sensación de querer hacer algo. Quizás tus pensamientos vayan por el buen camino y sea momento de arriesgarte por ellos. Déjate llevar y cree en lo que te marca el corazón.

2. Reduce las opciones a dos
No sirve de nada tener varios frentes abiertos e intentar sacar lo positivo y negativo de cada uno de ellos. Es imprescindible que tengas claros tus objetivos y elimines aquellas decisiones que no cumplan las características para llegar a ellos. Quédate con dos caminos diferentes y haz una lista para saber cuál puede ser el mejor.

3. Coge impulso
Lanzarse a la piscina no tiene por qué ser algo negativo. Lo importante es que tengas seguridad en lo que vas hacer y te muestres convencido de que es la opción correcta. Da todo lo que tienes y no te limites.

4. Evalúa las consecuencia pero no demasiado
Tienes que evaluar qué puede pasar si algo no funciona pero tampoco debe de ser un impedimento que te frene a la hora de tomar la decisión que quieres. Las verdaderas consecuencias las sabrás una vez inmerso en el proyecto así que, muestra valentía y espera resultados.

5. Evita la presión social
Las opiniones de la gente de tu alrededor te pueden influir e incluso puede llevar a modificar tus pensamientos. No dejes que otros decidan por ti cuál es la dirección que tienes que tomar. Acepta consejos pero no directrices.

6. Apuesta por lo que te gusta
Es importante que tengas en cuenta que tu decisión esté fundamentada en algo que aporte una actitud positiva en tu vida. Es mejor que decidas hacer lo que te gusta porque, aunque al final no vaya bien, tendrás la sensación de haber hecho lo que realmente querías.

7. Marca terreno
Delimita cuál va a ser el ámbito en el que te vas a mover e intenta averiguar datos sobre él. Tu decisión puede ser una u otra en función de
lo que vayas encontrando a tu paso. Por eso es importante conocer bien por dónde te vas a mover.

8. Aprende a rectificar

Ten claro que tomar una decisión no significa llegar con ella hasta el fin. Si ves que no da los resultados que tenías pensados no te desanimes y aprende a modificar lo que habías planeado. Redirige tus objetivos y sobre todo, date tiempo para volver a tomar la mejor decisión. 


fuente del Articulo:forbes.es

miércoles, 15 de abril de 2015

¿Busca problemas o prefiere encontrar soluciones?


A veces los conflictos se limitan a una lucha de egos que no permiten el acuerdo. Medir los costes, actuar rápido y cambiar el vocabulario son buenas formas de empezar


ANNA PARINI


Conflictos, nadie los quiere, pero todo el mundo los tiene en algún momento de la vida. No hemos sido educados para su gestión, a pesar de que formarán parte de nuestra vida y trabajo con seguridad. Tal vez afrontar crisis no sea lo acertado, sino aprender a prevenirlas y “gestionar soluciones”. Todos nosotros, a nivel personal, tenemos desencuentros de alguna clase en nuestras relaciones, pero aplicar ciertas pautas de autocontrol puede abrir vías de acuerdo. Un conflicto es un desacuerdo persistente entre personas o entre colectivos humanos. Es un choque de egos y de intereses. La forma puede adoptar diferentes apariencias: mala comunicación, intereses opuestos, opiniones encontradas, incompatibilidades, discusiones, peleas… pero en el fondo todo eso es reflejo de la necesidad oculta de “tener la razón”. La intensidad y cantidad de confrontaciones de una persona o colectivo es ­proporcional al nivel de autocontrol. Cualquier persona debería preferir tener paz a tener razón.
Para simplificarlo, el origen de nuestras dificultades está en el ego, autoconcepto o autoimagen construida, que asumimos como identidad real. Y cuando un ego cuestiona a otro, se percibe como un ataque a la identidad propia, y la explosión está servida. No es exagerado afirmar que el mundo no tiene problemas; lo que sí tiene es personas con el ego inflado que confunden su identidad real y esencial con su ego fabricado.
Todo desacuerdo implica una serie de emociones: un deseo o voluntad no satisfecha que genera frustración, decepción, ­enfado, ira, agresión, violencia. Estas tres primeras emociones –que forman parte del ámbito interno– cristalizan en aquellos tres siguientes comportamientos en el ámbito externo.
El hombre no conoce al hombre; de ahí losconflictos que desgarran al mundo” 
Amiel-Lapayre
Pero la frustración no es un problema real, simplemente es la no aceptación de una realidad. Las personas inmaduras emocionalmente son incapaces de aceptar lo que no está en su mano cambiar. Niegan la realidad en sus mentes y cuando ven que el mundo no se aviene a sus exigencias, se encolerizan. Exigen una reparación y el desasosiego que crean es proporcional a su necesidad de ser reparados.
Así nacen los conflictos: un abismo que se abre entre lo que es y lo que debería ser. Y aún peor, se procrean, crean réplicas y reacciones que empeoran el problema.

Un conflicto es la “representación mental” de unos acontecimientos o situación, una cosa son los hechos y otra las interpretaciones. Y es la interpretación de los hechos lo que enemista a las personas. De hecho, ­muchas crisis empiezan desde la pura nada: un silencio, una omisión, una presuposición, un olvido, una creencia, una petición no expresada, un derecho imaginario… En realidad nada ha ocurrido salvo la fabricación de un desacuerdo.
Todo problema tiene una o más soluciones, y ninguno carece de ella. Más bien las partes encontradas son las que necesitan solucionar sus posiciones mentales antes de poder negociar una salida justa y digna para todos. La realidad es que siempre hay una opción de acuerdo, lo que ocurre es que no gusta. Por alguna razón creemos que las soluciones deben ser agradables y fáciles y, sobre todo, que impliquen un beneficio a costa del perjuicio del otro. Pero no todas las alternativas son fáciles, la paz también tiene un precio. El problema, el único, es que las partes no quieren pagarlo: desean una salida gratis, sin concesiones. No es realista.
No hay conflictos en el mundo, pero sí mentes conflictivas que creen firmemente en ellos. Como aceptarlo es muy duro, lo fácil es señalar hacia los demás. La pregunta que ­debemos formularnos es: ¿cómo es que mis problemas son los demás? Si entendemos el desacuerdo como una posesión mental, ¿cómo puede estar en el mundo algo que ocurre en la mente?
Cada elección que tomamos es en el fondo una elección entre la paz o el conflicto. (La pregunta que hay que formularse es: ¿esta elección que voy a tomar aporta más paz o menos a mi vida?). Porque, más allá de lo que ocurra y de lo que hagan los demás, siempre podemos encontrar la paz en lugar de lo que vemos.
¿Qué hacer y cómo reaccionar en un desacuerdo? Cuanto antes se actúe, mucho mejor, porque cuando los ánimos se caldean, hace falta mucha agua para enfriarlos de nuevo. Cuando el problema empieza a hacerse visible, es el mejor momento para atajarlo; después ya puede ser tarde. Para entenderlo valen los ­símiles de una enfermedad o un incendio: ­actuar rápido es la mejor opción.

Para saber más

ANNA PARINI
Libros
Cuaderno de ejercicios de gestión de los conflictos
Patrice Ras (Terapias Verdes)
Las 12 leyes de la negociación
Alfred Font (Conecta)
Película
Gandhi
Richard Attenborough
El proceso es predecible y todos lo hemos experimentado en alguna ocasión: aparece un desacuerdo que puede ser menor o mayor y que actúa como desencadenante, en una escalada de confrontaciones que acaban o bien en la resolución, o en un punto de no retorno que conduce a la explosión. Como el problema no ha sido resuelto, sino solamente sofocado por la fuerza, uno nuevo surgirá tarde o temprano como consecuencia del anterior.
La crisis retroalimenta una espiral difícil de atajar. En su propia dinámica ascendente, cuanto más lejos se llega, más rápidos son los acontecimientos que genera hasta que se alcanza un punto en el que la explosión es casi inevitable. Y cuanto más se avanza, menos controlable es evitar el punto en el que no se puede volver atrás.
Finalmente, ganar una confrontación es una victoria provisional. Puede tener beneficios, pero seguro que tiene también costes. Estos no siempre son evidentes. Para prevenirlos, todas las partes deberían evaluarlos, tal vez descubrieran que son superiores a las ventajas que se pretenden conseguir.
Por ejemplo, la ganancia de mantener un conflicto personal con un compañero de trabajo podría ser: sensación de control, manipulación, reforzar la autoimagen, ganar las luchas de poder, un desahogo, reconocimiento ajeno, tener razón y decir la última palabra… Todo lo que podríamos llamar jugar a los juegos superficiales del ego.
Y algunos ejemplos de los costes: poca colaboración y empeoramiento de la calidad del trabajo, dificultades en el sueño y problemas de salud, pérdidas de tiempo y energía, pérdida de la amistad, empeoramiento de la comunicación, pérdida de la alegría, de la felicidad y paz interior… En fin, desatender las necesidades profundas del espíritu.
El motivo por el que se producen las disputas rara vez es tan grave como el malestar que generan”
Finalmente, para resolver un conflicto podemos probar con estrategias como:
Dejar de hacerlo más grande.Empeorar las cosas no es parte de la solución, sino del problema. Centrarse en reducir las diferencias es más útil que aumentarlas.
Cuando lo de siempre no funciona, toca hacer otra cosa.Las crisis auténticas lo son de falta de imaginación y creatividad.
Dejar de alimentarse de viejas creencias. Cuando no se es capaz de pensar en nada diferente no se encuentran salidas diferentes.
Actuar más y no perderse en las explicaciones. Teorizar en las explicaciones para entender no significa que sirva para llegar a un acuerdo; mejor actuar.
Buscar puntos de acuerdo y no de desacuerdo. Dedicar casi toda la sesión de negociación a lo que se está de acuerdo facilita después resolver los puntos de desencuentro.
Pasar del detalle a lo global. La perspectiva amplía el punto de mira y permite ver detalles que antes no se consideraban.
Cambiar el vocabulario. Hay expresiones y palabras negativas que no ayudan a resolver y otras positivas que sí.
Dejar de juntarse con los que tiran balones fuera. Es obvio que no conocen cómo resolver conflictos, mejor frecuentar gente responsable.
Hacerse buenas preguntas. ¿Cuándo aparece y cuándo desaparece?, ¿dónde, con qué frecuencia y con quién aparece?, ¿qué hace que vaya a mejor y a peor?, ¿de qué sirve?, ¿qué hace que no vaya peor?…
Una vez se conoce el patrón, es fácil romperlo con un hábito nuevo, un nuevo comportamiento, con nuevas creencias o simplemente con aceptación.
Fuente del Artículo:elpais.com