El día de hoy te comparto una
hermosa reflexión de cómo podemos administrar mejor nuestras "piedras
angulares en nuestra vida".
U
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Este curso constituía uno de los
cinco talleres de su jornada de formación. El viejo profesor no tenía entonces
sino una hora para "hacer pasar su materia".
Parado, delante de ese grupo de
élite (que estaba listo a anotar todo lo que el experto le iba a enseñar), el
viejo profe los miró uno por uno, atentamente, y les dijo "Vamos a hacer
un experimento".
Debajo de la mesa que lo separaba
de sus alumnos, el profesor movió un inmenso tarro de vidrio de más de 4
litros, que puso delicadamente en frente suyo.
Luego sacó alrededor de doce
piedras tan grandes como bolas de tenis y las depositó cuidadosamente, una por
una en el gran tarro.
Cuando el recipiente se llenó
hasta el borde y era imposible agregarle una sola piedra más, levantó
lentamente los ojos hacia sus alumnos y les preguntó:
"¿Les parece que el tarro
está lleno?"
Todos respondieron:
"Sí."
Esperó unos segundos y agregó:
"¿Están seguros?"
Entonces, él se agachó de nuevo y
sacó de debajo de la mesa un recipiente lleno de piedrecillas. Con mucho
cuidado, él agregó las piedritas sobre las piedras grandes y sacudió
ligeramente el tarro.
Las pequeñas piedras se
infiltraron entre las grandes... hasta el fondo del tarro.
El viejo profesor levantó
nuevamente los ojos hacia su auditorio y reiteró su pregunta:
"¿Les parece que el tarro
está lleno?"
Esta vez sus brillantes alumnos
comenzaron a entender su manejo.
Uno de ellos respondió:
"¡Probablemente no!"
"Bien", respondió el
viejo profesor.
Se agachó nuevamente y esta vez
sacó de debajo de la mesa una bolsa de arena. Con mucho cuidado agregó la arena
al tarro.
La arena rellenó los espacios
existentes entre las piedras y las piedritas.
Una vez más, preguntó: "¿Les
parece que el tarro está lleno?"
Esta vez sin pensarlo dos veces y
en coro, los brillantes alumnos, respondieron:
"¡No!"
"¡Bien!", respondió el
viejo profesor.
Y como se esperaban sus
prestigiosos alumnos, el hombre cogió la botella de agua que estaba sobre la
mesa y llenó el tarro hasta el tope.
El viejo profesor levantó
entonces los ojos hacia su grupo y preguntó:
"¿Qué gran verdad nos
demuestra esta experiencia?"
Sin estar loco, el más audaz de
sus alumnos, reflexionando sobre el tema de este taller, respondió:
"Esto demuestra que incluso
cuando creemos que nuestra agenda está completamente copada, si lo deseamos
realmente, podemos agregar más citas, más cosas para hacer."
"No", respondió el
viejo profesor.
"No es eso. La gran verdad
que nos muestra esta experiencia, es la siguiente:"
"Si uno no mete las piedras
grandes primero en el tarro, jamás podría hacer entrar el resto después."
Hubo un gran silencio, en el que
cada uno estaba tomando conciencia de la evidencia de estos propósitos.
El viejo profesor, dijo entonces:
"¿Cuáles son las piedras
grandes en sus vidas?"
"¿Su salud?"
"¿Su familia?"
"¿Sus amigos?"
"¿Realizar sus sueños?"
"¿Hacer lo que aman?"
"¿Aprender?"
"¿Defender una causa?"
"¿Relajarse?"
"¿Tomarse el tiempo...?"
"¿O cualquier otra cosa?"
"Lo que hay que retener, es
la importancia de meter esas PIEDRAS GRANDES en primer lugar en la vida.
REFLEXION
¿Cuáles son las piedras angulares
en tu vida?
¿Qué tanto valoras esas piedras
angulares?
Muchas veces nos pasamos la vida quejándonos
que no sabemos por dónde actuar, sabiendo que nuestros valores y nuestras
piedras angulares nos darán la pauta para actuar.
Espero que este cuento te allá
gustado y que lo puedas aplicar principalmente en tu vida personal.
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